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martes, 27 de septiembre de 2011

Nuevo disco de Marea

En mi hambre mando yo- Marea
TEMAS


1. Bienvenido al secadero
2. La Majada
3. Sobran bueyes
4. El día que lluevan pianos
5. Canaleros
6. Ojalá me quieras libre
7. Ángeles del suelo
8. Las últimas habitaciones
9. Plomo en los bolsillos
10. Pedimento

lunes, 27 de junio de 2011

Smart TV

Por: nacho.

miércoles, 1 de junio de 2011

 

miércoles, 18 de mayo de 2011

PEATONAL I


Es frecuente ver por la Ciudad Vieja el constante caminar de las personas por la peatonal: gente que va a su trabajo, turistas recorriendo los escaparates y la feria de artesanos. Estos no hacen más que dirigirse a un lugar específico para cumplir su rutina semanal y en caso de algún imprevisto con otra persona no es más que para hacer las típicas preguntas: ¿Cuánto sale...?, ¿Dónde queda...? entre otras tantas preguntas que no dejan de ser la misma cosa (buscar referencias o comprar alguna cosa). En eso se resumen las conversaciones de las personas durante el día, eso si se logra tener uno de esos imprevistos que nos hagan hablar.
Ahora lo curioso fue al hacer el recorrido que me llevaba al trabajo, el mismo de siempre, los puestitos de artesanos apostados en los costados de la peatonal dejando un corredor de personas girando las cabezas de lado a lado; todo en su lugar y su constante movimiento.
Indiferente, seguía mi camino, sin asombro, ya lo perdí con la rutina del mismo es así que solo se los dejo a los turistas que se regocijen en él, pero algo me hizo caminar más lento, como si no me importase la tardanza que llevaba sino que caminaba con aire tranquilo, bah! en realidad un andar desinteresado, por ese momento olvide hacía donde iba, la causa la encontré a mi lado derecho: un hombre, tirado en un rincón con un latita en la que había tres monedas, el hombre no noto mi presencia ni levanto la mirada para pronunciar limosna alguna , solo estaba ahí como si estuviese en otro lado a la vez. Su postura era fetal pero podía verse que sus piernas eran largas, y su rostro flaco pero disimulado por su barba gris; pensé tirarle unas monedas y al sentir el sonido de ellas en la lata redimirme de la responsabilidad, ¿qué responsabilidad?, acaso tenía responsabilidad alguna para con él, igual si lo tuviese ya mi andar por más lento que fue lo había pasado, así que continué.
Seguí mirando los escaparates, los trajes, los relojes... los relojes, eso me había hecho acordar de lo tarde que estaba llegando al trabajo y la idea de quedarme para reponer horas me hacía retomar un paso acelerado, más que voluntad fue la molestia que me produciría estar más tiempo en aquel lugar, mientras tanto ya se aplacaba ese pensamiento con otro que venía a mi mente, era el tiempo que debía llenar después del trabajo, aunque era evidente que sería llenado por las planificaciones del siguiente día de trabajo, siempre es así.
Termine el trayecto de la peatonal y doblaba la calle que la cruza y me lleva a la rutina, era igual, seguía habiendo gente caminando a su trabajo, otros saliendo de él, también no dejó de haber turistas extraviados, pero lo que me sorprendió más fue encontrarme con aquel hombre que había visto cuatro cuadras atrás en la peatonal con su latita, en aquel rincón arrollado pero ahora estaba parado y tenía un altura que no lo dejaba desapercibido de la gente, su espalda algo encorvada y su mirada ya no declinaba al asfalto sino que miraba alrededor en busca de otras miradas que cobijen su búsqueda, sus brazos extendidos y pronunciando palabras. En ese momento la gente empezó a gritar, el pánico abordo a los presentes, él seguía parado con su manos abiertas, la gente se tiraba al suelo, agachaban sus cabezas al asfalto, no querían mirar, se tapaban los oídos y continuaban los gritos, yo ante el pánico general me había agachado pero no actué de la misma forma solo me quede absorto mirando a aquel hombre, su voz era suave, suplicante, sus manos estaban abiertas y acompañaban su voz y su pedido, pero para los demás esto no era así, ellos veían otra cosa, de pronto salido de la nada un hombre robusto de mediana estatura se levantó extendió su brazo en dirección al hombre y efectuó un disparo, la bala paso de lado a lado la cabeza del suplicante, en ese instante aquel hombre de mediana estatura dejo aquella expresión cargada de odio, se relajó su expresión y se volvió en asombro, sintiese como al caer el cuerpo sin vida se iba también parte de él, en ese instante solo podía balbucear" él... él... él...", fue recobrándose y logro armar la oración "él... él tuvo la culpa", allí se perdió todo remordimiento el hombre bajo su brazo y luego se fue caminando.
El hombre yacía en el suelo su rostro había golpeado el asfalto y una línea roja hacía un recorrido hasta llegar hasta la boca de tormenta, las personas se levantaron, aliviadas de lo sucedido fueron a mirar al hombre, es difícil de explicar la cara de asombro que pusieron cuando vieron que quien pensaban que estaba muerto trataba de levantarse, levanto su rostro unos centímetros del asfalto alguien se acercó y puso una almohada, luego se desplomó, rodeado de gente observaron cómo reposó su cabeza. Miré esa escena y recordé que aquel hombre no hizo más que una súplica con sus palmas abiertas hacia el cielo, enseguida se me fue esa reflexión, seguí caminando, ya estaba en el trabajo, y el encargado pregunto "¿por qué tardo?", a lo que solo respondí "un percance... nada serio".
17 de Septiembre de 2005
Sebastián Magallanes

sábado, 14 de mayo de 2011

martes, 10 de mayo de 2011

"Cuando niño, me mandaban en ayuno a cepillar los dientes apenas salido de la cama. Yo hacia y obedecia. Ya se sabe: aquie en el planeta, por ahora, todo se procesa con escasa autonomia de razonamiento. Pero, en aquella ingrata epoca, yo de eso ni siquiera sospechaba. Me faltaba el contra o a favor de lo general, por lo tanto: cepillada obligatoria."
Extracto de "Sobre el Cepillo y la Duda".Guimaraes Rosa.

Fotografia: nacho.